miércoles, 23 de noviembre de 2011

Are you on the list?

Fascinada. Asustada. Desubicada.

Esos son los adjetivos que reflejan mi estado actual. Os pongo en situación: Un día lluvioso de finales de Noviembre, en mi pisito, viendo tranquilamente videos chorras de Youtube, de repente mi curiosidad publicitaria me puede aparece un anuncio de la colonia 212 VIP de Carolina Herrera y me meto en su web interactiva como buena publicista que soy (si, es una secta y si, formo parte de ella).

Este video en concreto es el que me produce tales sensaciones:
Soy tan cool que mi madre no me quiere hablar”

Es una broma? Me estoy perdiendo algo? Holaa?

Yo soy la menos indicada, desde luego, para ir de anti-consumista y esas cosas pero… ¿Esto?

Pero es realidad, está pasando. ¿Estas en la lista?
Esa es la pregunta que triunfa. Y no estoy hablando sólo de una patética lista de un club superhipermegafishion. No. Hablo de contactos, de gente que mueve gente, de modas, de influencias que nos rodean y que al fin y al cabo ( y con un poco de suerte) de mi futuro trabajo como RRPP.
¿ Y qué es la lista en realidad?

Creo que voy a crear mi propia lista. Si, ¿por qué no? La lista de los que van a estar en la lista.

Lo que pasa es que cada vez que salgo con mis amigos se nos emperchan una serie de colgados que no es normal. Yo creo que es el imán para la gente rara ( que ya me comentó en su momento mi amigo Alejandro)
Ejemplo realista y definición gráfica:

El otro día, lloviendo también, un hombre sin paraguas, cantando a nuestro lado: “ Quiero ir a tu casa, para después meterme en tu cama y bajarte las bragas… lalala…”

Así es imposible crear una lista en condiciones… que se le va a hacer, nunca seré una chica VIP

;)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los problemas, de uno en uno!

Yo estoy muy estresada, pero que mucho! He vuelto de unas vacaciones que me parecían el estrés máximo y, ahora en comparación con mi vida normal, eran de cuento de hadas.

- Punto 1º: Me he cambiado de piso!

Si! Por fin encontré uno sin armarios para guardar cadáveres de caseros! Aunque, bueno, la verdad es que necesitaría uno de esos. Os cuento, el piso tiene la evidente ventaja de que es más barato y que está en el centro; pero para compensar tiene dos desventajas bastante grandes.

La primera son las cucarachas mutantes que nos salen en esta época del año (a las que mis compañeros y yo llamamos cariñosamente mutarachas)

Y la segunda es mi casera. Su marido es…es digamos que peculiar, pero es que ella… Hoy, cuando ha venido a ver que le pasaba al calentador de agua (nos duchábamos con agua fría porque eso no había ser humano que consiguiese ponerlo en marcha) me recordó a Concha, de la serie Aquí No Hay Quien Viva. Tal solo le faltó gritarnos “GOLFAAS!” en toda la cara a la señora.

PD: El calentador debió darle miedito porque se encendió a la primera.

También es imprescindible mencionar que el piso que habito ahora mismo está encantado. Si, si: Todos los que habían pasado por él anteriormente y tenían pareja han cortado ahí. Bueno miento, la última pareja se fue del piso a vivir juntos y solos porque temían ferozmente la maldición.

- Punto 2º: Me quedo sin beca! Si! He suspendido Derecho de la Publicidad porque en vez de tener 21 aciertos en el examen he tenido 20!

Después de una interesante charla con el profesor, que duró 45 minutos largos en los que le he estado contando las penalidades de mi vida, salí de su despacho igual que antes: suspensa. Bueno, igual no, con menos dignidad de la que ya me quedaba.

- Punto 3º: Este va ligado al 2º punto: Busco trabajo. Claro, a ver que remedio me queda, me veo que no puedo pagar los 150 cochinos euros del alquiler del piso y me voy debajo de un puente, o peor, a gorronearles  la casa a mis amigos.

Y como lo de encontrar un trabajo que se adapte a mis horarios es tan fácil (modo irónico ON) pues estoy encantadísima de la vida con todo lo que se me viene encima.

PD: Mis padres han ocupado mi habitación, cuando voy a casa duermo en el sofá (esto como que dramatiza más mi situación, ¿no?)

Y hay más, lo que pasa es que no me permito el lujo de pensar en ellos, ya que, los problemas tienen que ir de uno en uno y yo ya tengo tres graves por resolver y dinero para psicólogos no me sobra…

En fin, que me vuelta a la rutina está de lo más emocionante. Tengo unas ganas de que se acabe el mes para ver lo que me espera en el próximo que no veas!

sábado, 20 de agosto de 2011

Family Matters

Quiero un minuto de tranquilidad! Esto más que unas vacaciones en una casa familiar parece una comuna Hippie, con la diferencia de que no hay ni amor libre ni porros a tutiplén, sino gritos y cabreos. Todo es de todos, pero pobre de ti como cojas algo que no es tuyo.
Hay que pedir turno, cual pescadería de barrio, para comer. Ir al baño para una ducha rápida o para arreglarte (momento mío propio de relax) se convierte en una prueba del Gran Prix en la que tienes que ir esquivando por el pasillo a abuelas, tíos, primos y demás familiares.

Lo dicho, reclamo mi momento de tranquilidad, el sentarme a escribir sola y a gusto. Hoy estoy escribiendo esto en la BlackBerry mientras que me llevan a visitar a ese tipo de familiares tan lejanos que solo se visitan cuando estos se casan o tienen niños.

¿Por qué tengo que visitar a desconocidos? Porque son familia… Y así volvemos a la idea original de la comuna hippie.

Voy a relataros ese “placer” de ir a casa de gente que no conoces y encima intentar aparentar que te sientes en familia. Mis visitas de hoy se han dividido en tres partes.

1ª visita: Ambiente de casa ultra cristiana con la típica pregunta en el ambiente: “¿Y tú, Natalia, cómo vives tu fe?” A lo que dan ganas de responder: “Pues ya que lo preguntas querida (y desconocida) familia, yo creo que mi fe la tengo toda invertida en los Manolos que me ha prometido regalar mi novio”

Aclaro, no me importa el hecho de que sean cristianos lo que me molesta son esas señoras (tales como mi tía abuela) que intentan convencerte de que vas por mal camino. Oiga, señora, que yo soy atea y no voy por ahí preguntando si usted a renunciado a Jesús y porque no lo hace!

Además, tenían toda la casa llena de cruces! Y no, no me refiero a esos crucifijos tan monos de madera que se cuelgan en la pared, no! Me refiero a que fijándome bien en las paredes he visto cruces dibujadas con bolígrafo, cual exorcismo, me sentí en una película de miedo así de repente.

2ª visita: Fue una visita breve, pero con un intenso repaso de todas las enfermedades que ha tenido mi otra tía abuela desde que perdimos el contacto (allá por mis tres años de vida). Todo muy trágico y para que engañarnos, algo deprimente.

3ª visita: Cuando crucé el portal del piso donde vive la prima de mi madre me pareció entrar en un mundo de princesitas y tuti-fruti morado. No se quien fue el interiorista que decoró ese portal, ni cuánto pagó esa pobre gente por el trabajo, pero los azulejos morados a juego con la escalera morada a juego con las paredes moradas me superan. Así, todo junto y tan morado, NO.

Y cuando parece que me voy a casa ya en realidad no me voy a casa sino que vuelvo a la comuna hippie donde de nuevo me tocará luchar por mi momento de relax en la ducha.

Creo que me estoy volviendo anti-familiar. Quiero decir, no ahora, sino todos estos años y ahora viviendo sola. Pero en el fondo ver a todos juntos me trae buenos recuerdos de cuando yo era pequeña y por un momento me pongo algo ñoña. Pero solo por un momento, luego se me cuela mi prima en el baño y vuelvo a mi estado normal de: Quiero mi pisito y mis noches de soledad!

jueves, 18 de agosto de 2011

La Jungla Urbana Ucraniana I: Una chica, un clásico.

Mi siguiente (y última) parada este verano es Ucrania, más concretamente Berezhany, una ciudad ubicada al oeste de Ucrania; un pequeño paraíso de paz y tranquilidad (eso creía yo), con una casa de verano de mis abuelos al lado de un bonito bosque… Si, bueno, no aprendo, sigo creyendo en duendes verdes y Campanillas.

La realidad es que mis abuelos tienen un perro, que si se pone (y creo que ganas no le faltan) y me salta encima es más alto que yo. Además, por mucho que se empeñe mi abuelo en decir lo contrario, NO, no le caigo bien; me soporta, pero me ignora, es un maldito lameculos y me hace quedar mal.

La realidad es que tengo alergia a todo el boque entero. Mi madre, querida, querida, mamá; me obliga a dar con ella “paseos” por el bosque que más que paseos parecen excursiones militares; no me cansaré de repetirle que yo con tacones por la ciudad, todo lo que quieras, pero en el monte? Por favor… ¿Es qué no me conoce?

La realidad es que todos aquí se empeñan en que me casé ya.

Pero hoy no voy a hablar del perro, ni tampoco de los “paseos” obligados con mi madre. El caso es que se me ocurrió que no podía perderme “el clásico” vamos, el Barça-Madrid de toda la vida. Y el hecho de estar aquí no iba a ser un impedimento para ver el partido con cerveza y patatas fritas (mi celulitis si que debería ser un impedimento, pero ese es otro tema)


Pues resulta que en Berezhany hay muy pocos futboleros… Quedé con un chico (que tiene su propio bar y que conocí por casualidad) en que lo veríamos ahí mi primo y yo, pero el muy imbécil nos dejó tirados por una mala película que emitían por la televisión. Indignada (y para que mentirnos, un poco desesperada) me puse a buscar soluciones. Entonces caímos en que un amigo de mi padre estaba de guardia nocturno en un pequeño local en el que se podía ver el partido.

Después de media hora y unos sobornos a base de cerveza y panchitos, conseguimos sentarnos incómodamente en unos bancos de madera que me aplanaban en culo. Fue justo entonces cuando unos que iban paseando por la calle vieron por la ventana el partido y decidieron unirse a nosotros con todo su morro y una botella de Vodka.

Yo creo que fue un acto de plena maldad. Además de que resulté ser la única chica (y la única que iba con el Barça), resultó que a los tíos plastas menos el futbol le interesaba de todo lo que me pasaba. Menuda primera parte que me dieron, no se callaban ni cuando marcó el Madrid… Y no entendieron mi rechazo hacía el Vodka tampoco…

En fin, un desastre de noche que se remató por completo cuando no había manera de encontrar taxi para volver a casa.

¿Dónde está mi paraíso de paz y tranquilidad con duendes verdes y Campanillas?

¿Dónde estaban ubicados los bares que acogen a pesados como aquellos?

Y lo más importante de todo… ¿Dónde ha quedado el derecho al clásico para una chica como yo?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Le cose in Italia.

Estoy en Italia! Si, más concretamente en Lavis, una localidad italiana de la provincia de Trento, región de Trentino-Alto Adigio, con 8.569 habitantes (viva la Wikipedia) y como es de esperar debo expresar mis opiniones varias sobre asuntos varios recurriendo a mi fina prosa. O al menos intentarlo.

La cosa es que por unas circunstancias del destino (muy largas de contar) he acabado teniendo relación de amistad con el chico del que me enamoré en primero de primaria, vamos, mi primer amor. Y el vive en Lavis ahora (perdimos el contacto en segundo de primaria porque me cambié de colegio. Me seguía gustando. Ah, a él le gustaba mi mejor amiga) y esta es la segunda vez que lo visito.

Al llegar aquí sabia que tenia que escribir sobre algo pero no sabia exactamente de que, así que me puse a apuntar en mi BlakBerry notas mentales (cosas que se me pasaban por la cabeza) cada vez que salía; y de eso es de lo que va a ir la entrada de hoy!

Lo primero y muy importante es que he demostrado una teoría! Si, la teoría del: “Si no le gustaste desde el principio nunca le gustarás” Explico: La teoría está demostrada con once años de dejemplo entre Pablo y yo. De pequeña yo no le gustaba, le gustaba mi mejor amiga. Tras once años sigue sin prestarme el mínimo caso (sexualmente hablando) y curiosamente la chica que le gusta es muy parecida a la que era mi mejor amiga. ¿Casualidad? No creo, solamente son teorías mundialmente conocidas y ahora demostradas por mi.

Dejando ese tema aparte (no es que me importa el no gustarle a Pablo, es más bien una cuestión de orgullo perdido) entre mis numerosas notas mentales hay dos que tengo que tener presente:

1- Después de ir al baño en Venecia mirar bien si mi vestido no se me ha quedado pillado con el culotte. Si, me ha pasado. Que vergüenza más grande, ir por Venecia con medio culo al aire, y yo tan feliz por la vida…

2- Cuando salga de bares en Trento y esté con gente que no conozco lo más indicado es no beber tanto y no tirar los cocteles al suelo salpicándome las tetas.

Detalles sin importancia que te hacen pasarlo mal…

Bueno, creo que ya he contado todo sobre como es le cose in Italia. Por último, mi blog está el número tres en Google si pones “El rincón de Natalia blog”. Si, es una tontería, pero ´me hace ilusión contarlo!

Buongiorno a tutti!

lunes, 25 de julio de 2011

¿El sexo vende?

Lo que voy a hacer a continuación no es nada ético ni profesional por mi parte como futura publicista que soy. Pero hay cosas que me superan; lo que me ha superado hoy (tumbada en el sofá disfrutando de mi dolor de músculos después del gimnasio) ha sido un anuncio de Kh7 (el quitagrasas).
Me he puesto a investigar y he descubierto que el anuncio pertenece a un trío de ellos y han sido ideados por el famoso director y guionista Bigas Luna. Quienes no habéis tenido la oportunidad de “disfrutar” de ellos aquí van los enlaces y la humilde opinión de una servidora:

Anuncio 1º: Oh si, en lo que cada mujer se fija cuando lleva un tío bueno a casa para tirárselo es en una silla sucia en el patio, zapatos mugrientos, etc. Es sin dudar una muy buena forma de poner cachondo a tu invitado. Muy realista. ¿Lo bueno? Han intentado que el anuncio no sea machista, ya que el que limpia es el hombre; aun que, pensándolo bien ¿no será que querían resaltar sutilmente el mito de la obsesión por la limpieza de las mujeres?

Anuncio 2º: Este es por el estilo del primero. Me encanta música sexy que les ponen de fondo. Muy, muy sugerente. Y además en este se ve una magnífica actuación de los actores; el hombre en plan: “estoy confundido, ¿qué hago con esto? y la mujer, con un gesto de desaprobación y ternura, en plan: “cariño, no tienes ni idea, déjalo en manos de Kh7”. Y la música, la música todo el rato.

Y por último mi favorito, el que me hizo levantarme del sofá y escribir esto. Anuncio 3º: Esto son los 32 segundos más porno en la historia de los anuncios de quitagrasas, los más porno seguro. No tengo palabras para describir esto, pero todos lo vemos. Me encanta el final: “Kh7 funciona!” y la mujer besa apasionadamente a su buenorro del turno mientras aprieta el esparcidor de Kh7 y de ahí sale a presión un chorro blanco. No hay más comentarios.

Si todos sabemos que el sexo vende. Lo vemos continuamente en los anuncios, pero desde luego que Bigas Luna ha revolucionado el mundo de los quitagrasas con esta campaña publicitaría. Yo sinceramente, tan ingenua como siempre, pensaba que los anuncios habituales (sin porno en la cocina) les funcionaban muy bien, de hecho yo misma tengo un Kh7 en mi casa (tendré que replantearme mi filosofía de vida ahora), pero se ve que aún no estoy preparada para ser una buena publicista porque no veo el éxito comercial, en algunos casos, cuando se trata de sexo. Y creo que lo seguiré defendiendo en mi futuro en esta profesión: “El sexo no lo vende todo.” Ya os contaré.

miércoles, 20 de julio de 2011

♪ California ya no existe, el sueño acabó! ♪

Si, creo que todos habéis notado que ya es verano. Un deseado, caluroso y aparentemente infinito verano. Todos estamos más o menos de vacaciones y tenemos más o menos tiempo libre. Y desde luego que no todos tenemos las posibilidades económicas como para irnos a California, así que la mayoría debemos aplicarnos la canción Mediterráneo, de Los Rebeldes, y conformarnos con unas vacaciones mas, ¿como decirlo?, más caseras.

En lo que a mi respecta, ya estoy a un paso más (un pasito) de ser una famosa y triunfadora jefa de publicidad así que ahora tocaba relajarse e irme un mes a casa de mis padres

Ya sé que llevamos ya un mes de verano y la verdad es que parece tener poco sentido escribir sobre las vacaciones cuando se lleva un mes ya, pero la cuestión es que estaba esperando a que me sucediera algo alucinante para contarlo. Después, tan solo esperaba a que me sucediera algo que mereciera la pena contar, pero nada. Ahora ya he desistido, por eso escribo. Y es que nada nuevo puede pasar en la casa de tus padres. Esas no deberían ser unas vacaciones homologadas, sobre todo si tus padres viven en un pueblo en la costa. Bueno, me diréis, ¿está la playa no? Contesto: lo de aquí no se puede llamar playa ni mar, es un caldo; con un poco de arena, barro y basura en la costa y que además se llena de personas mayores chapoteando en el agua (yo sigo diciendo que hay personas que ya no están como para ir a la playa). Por las noches en vez de guiris buenorros y música veraniega y cool en la playa, se montan conciertillos típicos de pueblo en los que el Ayuntamiento ahorra lo más que se puede. De ahí que vengan “grupos” desastrosos que versionen las canciones de Lady Gaga y las destrocen por completo.

Además todo te recuerda a tu pasado adolecente y vale, al principio mola: “Oh, mi antiguo instituto”, “Oh, el muelle donde iba con mis amigas del alma”, “Ohh .. (cualquier chorrada que ves)!” Pero a los dos días nada de eso te causa impresión, es más, lo que te causa son malas vibraciones: “Oh, la playa dónde me di mi primer (desastroso) beso” “Oh, el parque donde el cabronazo de mi ex me dejó por otra…” y un largo etc.

Al final acabas durmiendo hasta las tantas viendo series/películas en casa toda la tarde y en el mejor caso tomándote unas cañas con los amigos por la noche. Vamos, lo que es un verano intenso.

Entonces te pueden pasar dos cosas:

1- convertirte en una especie de alga marina (porque al final vas a la “playa” aunque solo sea por estar en remojo)

2- acordarte que tienes que estudiar e ir a la biblioteca en tu máxima desesperación porque se pasen ya los días.

A mi me ha pasado lo segundo. Así que hoy, 20 de Julio, un día precioso, me voy a estudiar Derecho de la Publicidad. Felices vacaciones a los que estén en California!

martes, 24 de mayo de 2011

Dependientas bordes, pisos inhabitables y otras cosas.

Y aquí estoy a las dos de la noche, un martes en plena época de exámenes. ¿En la biblioteca? Pues no, en la ventana de mi piso, con el portátil y cero ganas de estudiar. Pero dejando mi negro futuro como publicista aparte, quiero que sepáis que al estar sentada en un mueble pegado a la ventana con ésta abierta (por el infernal calor de mi habitación) me estoy arriesgando a que me vigile mi “acosador”. Mi “acosador” es un ser que vive en el edificio de enfrente y que nada más mudarnos cada vez que yo fumaba en la ventana no paraba de mirar. De hecho, si, acaba de pasearse en frente de su ventana. Tengo miedo, miedito.

Pero el acosador es un tema que dejaré en el pasado, porque estoy buscando otro piso (con una compañera más) para mudarnos en Septiembre. Huum… Buscar piso. La verdad, creía que en la ciudad en la que vivo esto no iba a ser tan difícil. Teníamos varios mirados por Internet y al final llamamos para concertar una cita para ver uno que “supuestamente” no estaba mal. Que decir, es que creo que nos metieron en una cueva (eso si, grande) de antes de la guerra civil y en pleno centro. Pasillos kilométricos con paredes de yeso, baños que están en mini patios y huelen a pis (asqueroso) y camas que son pasto para las ladillas (literalmente). Pero lo que más me gustó, morbosamente hablando, fue un armario-despensa que había tras una puerta que estaba tapada con un sofá; era muy útil para guardar el cadáver de tu casera cuando ya no te quede dinero para pagar y tengas que matarla.

(El acosador ha vuelto.)

Está claro que el tema del piso va a ser difícil. Pero lo que supuestamente tiene que ser fácil es cuando vas por una calle camino de tu casa con tu novio y ves un vestido precioso en una pequeña tienda de barrio y decides entrar a preguntas cuanto cuesta y esas cosas. Pues error eso puede ser además de difícil, muy desagradable. Y eso es lo que me pasó hoy y yo tan ingenua, entré. La dependienta (una señora entrada en carnes y en edad) salió de un cuarto abrochandose los botones y con cara de que habíamos interrumpido algo. Me dijo el precio y mirándome de arriba abajo me insinuó que el vestido “podría” caberme:

- Umm.. pues podría valerte, que usas una 38-40?

Yo le puse cara de “operación biquini en proceso” y le dije que usaba dos tallas menos (vaya ojo tiene la señora) y fui igual de simpática que ella marchándome de la tienda. Fue un episodio duro para mi síndrome pre-menstrual.

Y aquí estoy, sin sueño y sin ganas de estudiar para mi próximo examen de Derecho de la publicidad. Creo que me iré a la cama a seguir viendo videos de maquillaje en YouTube (un tema obsesivo sobre el que, sin duda, escribiré pronto).

Adiós acosador mío, hasta otra noche aburrida.

martes, 22 de febrero de 2011

¿URGENCIAS?

Hoy he vivido mi infierno particular: he tenido que ir a Urgencias, y lo peor es que o era para nada  grave (si, digo “lo peor” y lo comprenderéis después de leer lo siguiente)

Hace unos cinco días, en un ataque de “vida sana”, le propuse a mi novio y a su compañero de piso ir a correr por la tarde. Y es que por donde yo vivo veo constantemente gente haciendo footing y tal feliz de la vida con una sonrisa en la cara. Hipócritas, es imposible que sonrían, lo he comprobado.

El primer día fue bien. Bueno, bien… Yo ya comprendí que esto del deporte no iba con mi estilo de vida (véase “10 razones para no volver al gimnasio”), pero seguí en busca de una vida más sana. Y justo al segundo día, cuando me proponía hacer un habito de esto, algo pasó en mi rodilla, algo fue mal, lo sentí… y dejé de correr. Pues, mis queridos amigos, al día siguiente casi no me podía mover (me pareció relativamente normal) y los dos siguientes días mejoré levemente. Pero hoy, hoy he vivido mi infierno particular en cuatro etapas, en esa sección que los hospitales se atreven a llamar “URGENCIAS”.

Y es que la primera etapa comienza cuando asumes que realmente te duele al andar. Esto a mi me pasó cuando vi que ni siquiera un paseo por las tiendas de zapatos me quitaba las ganas de irme a casa a descansar. Ahí te planteas seriamente el ir al medico. Y fui, a las 8 de la tarde, más concretamente, y con mi novio (que es un cielo y me acompañó a ese horrible lugar). He de decir que tengo una opinión bastante deficiente sobre los médicos, pero iba dispuesta a que me inspeccionen.

La recepción y la propia espera en la “sala de espera” es algo fundamental en el proceso y constituye la fase dos. Ejemplo verídico:

-Yo: ¿Cuánto tiempo más o menos dijo que era de espera en Urgencias?

-Enfermera de la recepción (con cara de amargada): Puuues, hay gente que entró a las 2 de la tarde y salió a las 7. Pero tu espérate, quizás tengas suerte.

Te quedas con cara de tonto y te dices: ¿Suerte? Creo que me he equivocado, esto no puede ser Urgencias.

Pero lo es, porque luego entras en la sala de espera y conforme vas adaptándote al ambiente que es ésta se vive, vas clasificando a los enfermos que ahí se encuentran: Niños llorando incansables, enfermos que protestan sin parar, gente que esta peor que tú, gente muy cretina… lo típico.  Finalmente te creas un juego mental en él que eres el reportero del programa “21 días en la sala de espera” lo que acaba dañando tu salud mental a parte de la física.

Pero todo eso pasa, y llega la etapa número tres. Para mi ha sido la más curiosa. Por fin te llaman para acudir a la consulta. Tu (cabreado, pero con una sonrisa amable en la cara) entras y te encuentras de frente con la mala ostia que refleja la cara de tu medico de turno. Que si, que trabajan mucho, bla bla bla bla… Pero podrían cambiar esa cara los muy capullos. Otro ejemplo verídico:

-Medico de turno: ¿Qué pasa?

-Yo: (le cuento lo que me pasa)

-Medico de turno: (después de haberme sentado y examinarme las rodillas) No, no, no, inflamada no la tienes, ehh?

-Yo: Ya, pero es que al tocarme…

-Medico de turno: Nada, nada (escribe algo rápido en el ordenador) …Has dicho que sólo has salido dos días a correr, ¿no?

Ahí te aseguro que te mueres de vergüenza, piensas: “A la mierda la vida sana…”

Ese medico te manda otra vez para fuera, con una hoja en la que describe con todo detalle lo mismo que le acabas de contar hace dos segundos, para que pases a tu última etapa, la cuarta… La terminal: Lo único que me tenían que hacer fue un vendaje para él que esperé media hora más, por que las enfermeras no estaban en su sitio de trabajo. Y  vamos, la venda que me pusieron me ocupa toda la pierna “modo escayola”. Veamos, querida enfermera. ¿Tú crees que a una persona normal le cabe algún tipo de pantalones con eso puesto? Demuéstramelo. Por lo pronto yo me compraré una rodillera.

Finalmente, si tienes mucha suerte, sales de ese lugar. Y sales tal y como habías entrado pero con 3 horas menos de tu vida. Mirando a tu novio y sin que te quede otra cosa que reír. Y es que así son las “urgencias” en este país.

urgencias

sábado, 29 de enero de 2011

Reflexiones de una chica en su “ex-querido” autobús.

Normalmente me encanta viajar en el autobús por la mañana para ir a la facultad. Si, me gusta. Después de mi café y el cigarro de por la mañana, me siento (suelo tener el privilegio de poder sentarme) en el autobús número 39 dirección Campus, me enchufo mis cascos y rezo para que no me haya tocado un conductor reencarnación de algún piloto de formula 1 ya muerto.

Y es que para mi es mi momento de relax del día, sobre todo en está época de exámenes y las semana después de Navidad en la que no paraba ni un momento por cuestión de los malditos trabajos (otro tema apasionante, pero que no me apetece recordar).

La cuestión es que hace unas dos semanas tuve mi segundo examen: Sociología (apasionante tocho de apuntes del cuál sólo se me han quedado los tipos de suicidio que explicó noseque tío…). Bueno, pues la noche antes, como todo buen estudiante (activad vuestro modo irónico, por favor) me quedé en la biblioteca hasta una hora nada decente. Aún así me desperté a la mañana siguiente dispuesta a comerme el mundo y esperando en la parada del autobús con tiempo suficiente.

Pues bueno, suele tardar unos 10 minutos ese maravilloso transporte mío de relax. Saco la Blackberry, saco los auriculares y me dispongo a esperar.

Después de 20 minutos me empiezo a preocupar un poco porque si no viene en seguida no me dará tiempo a repasar antes del examen (que ilusa e ingenua).

Después de media hora, lo único que cambiaba en el panel electrónico de la parada eran los minutos que pasaba y los grados de temperatura que iban subiendo. Yo empecé a cambiar mi modo “todo va a salir bien” por el de “chica ligeramente neurótica”. Ya no sabia si sentarme, repasar o ponerme a llorar.

Luego, cuando me di cuenta de que la situación era catastrófica llamé a un amigo de clase para que avisará a la profesora, de hecho estuve a punto de llamar hasta a los bomberos o poner una queja o algo así (yo en las situaciones límite no reacciono muy bien).

Total, que al cabo de una hora y 3 grados de temperatura más, llegó. Y yo llegué al examen. Tarde. Bastante tarde. Fue un desastre.

Ahora en mi lista de “ex cosas” incluyo el maldito autobús número 39 dirección Campus. Se acabó los viajes de relax! Esto es la guerra.

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