sábado, 20 de agosto de 2011

Family Matters

Quiero un minuto de tranquilidad! Esto más que unas vacaciones en una casa familiar parece una comuna Hippie, con la diferencia de que no hay ni amor libre ni porros a tutiplén, sino gritos y cabreos. Todo es de todos, pero pobre de ti como cojas algo que no es tuyo.
Hay que pedir turno, cual pescadería de barrio, para comer. Ir al baño para una ducha rápida o para arreglarte (momento mío propio de relax) se convierte en una prueba del Gran Prix en la que tienes que ir esquivando por el pasillo a abuelas, tíos, primos y demás familiares.

Lo dicho, reclamo mi momento de tranquilidad, el sentarme a escribir sola y a gusto. Hoy estoy escribiendo esto en la BlackBerry mientras que me llevan a visitar a ese tipo de familiares tan lejanos que solo se visitan cuando estos se casan o tienen niños.

¿Por qué tengo que visitar a desconocidos? Porque son familia… Y así volvemos a la idea original de la comuna hippie.

Voy a relataros ese “placer” de ir a casa de gente que no conoces y encima intentar aparentar que te sientes en familia. Mis visitas de hoy se han dividido en tres partes.

1ª visita: Ambiente de casa ultra cristiana con la típica pregunta en el ambiente: “¿Y tú, Natalia, cómo vives tu fe?” A lo que dan ganas de responder: “Pues ya que lo preguntas querida (y desconocida) familia, yo creo que mi fe la tengo toda invertida en los Manolos que me ha prometido regalar mi novio”

Aclaro, no me importa el hecho de que sean cristianos lo que me molesta son esas señoras (tales como mi tía abuela) que intentan convencerte de que vas por mal camino. Oiga, señora, que yo soy atea y no voy por ahí preguntando si usted a renunciado a Jesús y porque no lo hace!

Además, tenían toda la casa llena de cruces! Y no, no me refiero a esos crucifijos tan monos de madera que se cuelgan en la pared, no! Me refiero a que fijándome bien en las paredes he visto cruces dibujadas con bolígrafo, cual exorcismo, me sentí en una película de miedo así de repente.

2ª visita: Fue una visita breve, pero con un intenso repaso de todas las enfermedades que ha tenido mi otra tía abuela desde que perdimos el contacto (allá por mis tres años de vida). Todo muy trágico y para que engañarnos, algo deprimente.

3ª visita: Cuando crucé el portal del piso donde vive la prima de mi madre me pareció entrar en un mundo de princesitas y tuti-fruti morado. No se quien fue el interiorista que decoró ese portal, ni cuánto pagó esa pobre gente por el trabajo, pero los azulejos morados a juego con la escalera morada a juego con las paredes moradas me superan. Así, todo junto y tan morado, NO.

Y cuando parece que me voy a casa ya en realidad no me voy a casa sino que vuelvo a la comuna hippie donde de nuevo me tocará luchar por mi momento de relax en la ducha.

Creo que me estoy volviendo anti-familiar. Quiero decir, no ahora, sino todos estos años y ahora viviendo sola. Pero en el fondo ver a todos juntos me trae buenos recuerdos de cuando yo era pequeña y por un momento me pongo algo ñoña. Pero solo por un momento, luego se me cuela mi prima en el baño y vuelvo a mi estado normal de: Quiero mi pisito y mis noches de soledad!

jueves, 18 de agosto de 2011

La Jungla Urbana Ucraniana I: Una chica, un clásico.

Mi siguiente (y última) parada este verano es Ucrania, más concretamente Berezhany, una ciudad ubicada al oeste de Ucrania; un pequeño paraíso de paz y tranquilidad (eso creía yo), con una casa de verano de mis abuelos al lado de un bonito bosque… Si, bueno, no aprendo, sigo creyendo en duendes verdes y Campanillas.

La realidad es que mis abuelos tienen un perro, que si se pone (y creo que ganas no le faltan) y me salta encima es más alto que yo. Además, por mucho que se empeñe mi abuelo en decir lo contrario, NO, no le caigo bien; me soporta, pero me ignora, es un maldito lameculos y me hace quedar mal.

La realidad es que tengo alergia a todo el boque entero. Mi madre, querida, querida, mamá; me obliga a dar con ella “paseos” por el bosque que más que paseos parecen excursiones militares; no me cansaré de repetirle que yo con tacones por la ciudad, todo lo que quieras, pero en el monte? Por favor… ¿Es qué no me conoce?

La realidad es que todos aquí se empeñan en que me casé ya.

Pero hoy no voy a hablar del perro, ni tampoco de los “paseos” obligados con mi madre. El caso es que se me ocurrió que no podía perderme “el clásico” vamos, el Barça-Madrid de toda la vida. Y el hecho de estar aquí no iba a ser un impedimento para ver el partido con cerveza y patatas fritas (mi celulitis si que debería ser un impedimento, pero ese es otro tema)


Pues resulta que en Berezhany hay muy pocos futboleros… Quedé con un chico (que tiene su propio bar y que conocí por casualidad) en que lo veríamos ahí mi primo y yo, pero el muy imbécil nos dejó tirados por una mala película que emitían por la televisión. Indignada (y para que mentirnos, un poco desesperada) me puse a buscar soluciones. Entonces caímos en que un amigo de mi padre estaba de guardia nocturno en un pequeño local en el que se podía ver el partido.

Después de media hora y unos sobornos a base de cerveza y panchitos, conseguimos sentarnos incómodamente en unos bancos de madera que me aplanaban en culo. Fue justo entonces cuando unos que iban paseando por la calle vieron por la ventana el partido y decidieron unirse a nosotros con todo su morro y una botella de Vodka.

Yo creo que fue un acto de plena maldad. Además de que resulté ser la única chica (y la única que iba con el Barça), resultó que a los tíos plastas menos el futbol le interesaba de todo lo que me pasaba. Menuda primera parte que me dieron, no se callaban ni cuando marcó el Madrid… Y no entendieron mi rechazo hacía el Vodka tampoco…

En fin, un desastre de noche que se remató por completo cuando no había manera de encontrar taxi para volver a casa.

¿Dónde está mi paraíso de paz y tranquilidad con duendes verdes y Campanillas?

¿Dónde estaban ubicados los bares que acogen a pesados como aquellos?

Y lo más importante de todo… ¿Dónde ha quedado el derecho al clásico para una chica como yo?

miércoles, 3 de agosto de 2011

Le cose in Italia.

Estoy en Italia! Si, más concretamente en Lavis, una localidad italiana de la provincia de Trento, región de Trentino-Alto Adigio, con 8.569 habitantes (viva la Wikipedia) y como es de esperar debo expresar mis opiniones varias sobre asuntos varios recurriendo a mi fina prosa. O al menos intentarlo.

La cosa es que por unas circunstancias del destino (muy largas de contar) he acabado teniendo relación de amistad con el chico del que me enamoré en primero de primaria, vamos, mi primer amor. Y el vive en Lavis ahora (perdimos el contacto en segundo de primaria porque me cambié de colegio. Me seguía gustando. Ah, a él le gustaba mi mejor amiga) y esta es la segunda vez que lo visito.

Al llegar aquí sabia que tenia que escribir sobre algo pero no sabia exactamente de que, así que me puse a apuntar en mi BlakBerry notas mentales (cosas que se me pasaban por la cabeza) cada vez que salía; y de eso es de lo que va a ir la entrada de hoy!

Lo primero y muy importante es que he demostrado una teoría! Si, la teoría del: “Si no le gustaste desde el principio nunca le gustarás” Explico: La teoría está demostrada con once años de dejemplo entre Pablo y yo. De pequeña yo no le gustaba, le gustaba mi mejor amiga. Tras once años sigue sin prestarme el mínimo caso (sexualmente hablando) y curiosamente la chica que le gusta es muy parecida a la que era mi mejor amiga. ¿Casualidad? No creo, solamente son teorías mundialmente conocidas y ahora demostradas por mi.

Dejando ese tema aparte (no es que me importa el no gustarle a Pablo, es más bien una cuestión de orgullo perdido) entre mis numerosas notas mentales hay dos que tengo que tener presente:

1- Después de ir al baño en Venecia mirar bien si mi vestido no se me ha quedado pillado con el culotte. Si, me ha pasado. Que vergüenza más grande, ir por Venecia con medio culo al aire, y yo tan feliz por la vida…

2- Cuando salga de bares en Trento y esté con gente que no conozco lo más indicado es no beber tanto y no tirar los cocteles al suelo salpicándome las tetas.

Detalles sin importancia que te hacen pasarlo mal…

Bueno, creo que ya he contado todo sobre como es le cose in Italia. Por último, mi blog está el número tres en Google si pones “El rincón de Natalia blog”. Si, es una tontería, pero ´me hace ilusión contarlo!

Buongiorno a tutti!